He visto, observado, mirado,
espiado, disfrutado, gozado, sus fotografías, una a una, con detalle, de lejos,
en close-up y en su máxima ampliación posible, he gozado esos pelitos que se
asoman por el lado de sus bragas mientras lee el periódico, y he seguido
centímetro a centímetro la línea roja de su colaless incrustado entre sus
pomposos glúteos hasta casi sentir en mi nariz el perfume y la tibieza de esa
carne enviciante, y debo diferir de otros juicios ajenos, sigue de comérsela!,
voluptuosa, ampulosa y calentona, deliciosa!, es cierto que sus muslos estás
mas delgados, que sus glúteos poseen ahora algo menos de esa carnalidad
provocativa, pero siguen igual de incitantes, y su rica tetamenta uf! Bocatto di cardinale para un edípico
vicioso y pervertido como el suscrito, quizás un poquito más caída, pero igual
me pasaría una noche entera, si me lo permitiese, aferrado a sus pezones,
mamando, chupando, mordisqueándolos mientras me masturbo lentamente hasta
entrar al onanista nirvana, y que espectáculo más inquietante para un pervertido
voyerista como este su servidor ver esas tetas flotando en el agua azul... ah!
paraíso! No, no hay desmejora, como toda mujer preocupada de mantener su
atractivo sexual para su macho y/o los que la miran hambrientos por ahí donde
sea que se paseé, ella está equilibrando los naturales efectos de la edad
enemiga con ese adelgazamiento que parece absurdo a ojos de un vicioso de
carnes abundante. Por lo demás su atractivo más notorio, esa boquita picuda,
succionante, chupadora, que parece estar siempre buscando beso o succión, con
sus artes de los goces orales, sigue escandalosamente vigente, doy fe. Sea este
mi modesto homenaje a nuestra Mara, como constancia eterna de que sigue igual
de calentona! Amén.
Nota del autor.- Se le llama Mara a la entidad que intentó
evitar que el Buda Siddharta Gautama alcanzara la iluminación y destruyera el
Ego.
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