lunes, 3 de octubre de 2016

ALTURAS DE TI


Para la musa helicónica, regia.

Toda esa sinuosidad de tu cuerpo es límpida y pura en su belleza carnal e impura tentación en el deseo que oscuro y libidinoso la observa capturado en tus hechizos. Toda perfección en tu silueta contiene la poética lujuria de las lejanas e imposibles esfinges y también la obscena percepción de la fáunica calentura. Eres incesante sirena, ninfa deseable, musa inevitable, y a la vez obsesión de lobo en celo, carne soñada del hambre del macho onanista, erótico y sublime objeto del sátiro irreverente. Todo en ti posee el fulgor del sexo desesperado; amplios mullidos turgentes tus senos de lunas llenas, fina grácil curvilínea tu cintura niña de sensual avispa inquietante, anchas sexuales excitantes tus caderas de tentadora hembra voluptuosa, la comba insoportable de tus glúteos, las suaves curvaturas de tus muslos, la exacta largura de tus piernas. El misterioso atractivo de tu rostro pulido con dulzura sobre el tenue mármol de una solitaria madurez decreta un ámbito romántico que se despeña por tus labios en un beso imposible. Quizás ahí en la altura colonial de la bahía el amor te atañe insistente sutil invocadora de ternuras escondidas y besos extraviados, pero el incitante dibujo de tu figura te convierte en brasa flama fuego que hace hervir la sangre cautiva del amante embrujado y desechado. Cada altiva curva que en ti se demora calca las ondulaciones de un impúdico desasosiego, solo las manos de un divino alfarero enamorado pudo fundir en ti ese equilibrio absoluto y feroz entre ampulosas convexidades y lúbricas concavidades.


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