Para
ML, incesante
Fue ver esas dos lunas morenas en la plenitud
absoluta de sus orgullosas turgencias y el mástil de mi virilidad se elevó a la
erecta altura de mi lujurioso deseo de ti, surgió el sensible glande rosado
desde el tierno capullo del prepucio, mi mano frotó mi miembro endurecido en un
intenso goce masturbatorio, mis ojos besaban tu oscuros pezones, los
succionaban con hambre y sed, lamían la dulce miel oscura de tu piel, amasaban
enviciados tus hermosos senos, mi mano apretaba mi verga con deliciosa
desesperación, mi mirada ávida te acariciaba desde el blanco collar en tu
cuello hasta la blanca tela bajo tu ombligo, se deslizaba por tu suave
canalillo, mordía con ternura tus pechos llenos, mi mano subía y bajaba furiosa
hasta llevarme gimiendo de placer a la abundante eyaculación que escurrió
caliente y densa sobre la tibia canela de tu tetamenta, mi mano aun encharcada
del semen que por ti vertí en el éxtasis supremo buscó la cálida quietud de tu
cuerpo con la pasión del amante solitario y mis ojos te siguieron observando
con el amor de un lejano enamorado para así no alejarme nunca más de ti. Al
trasluz del transparente calipso tu opulento y voluptuoso busto refulge de
edípicos deseos, las grandes monedas de tus pezones culminan esas amplias dunas
de exquisito chocolate, toda tu piel desnuda es una hoguera donde arden mis
sexuales apetitos, tus muslos relumbran en su mórbida y prieta luminiscencia,
toda tú, morena de mis sueños, incendias los momentos de mis desahogos.
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