“Las
voces y las imágenes no acercan, vencen esa distancia imposible.”
Así te dibujan mis deseos de ti, tendida en el
lecho esperando, tu negro pelo en la almohada, cerrados tus ojos en la sumisa
rendición, tus rojos labios entreabiertos también esperando, tu recatado
corpiño ocultando esas quietas palomas en su pálido amarillo, tus bordadas
bragas en su puro y virginal celeste cielo imposible donde se niega tu vulva
humedecida, así te imagino en mis sueños más oscuros, inundados de la tenue
lujurias de tu cuerpo semidesnudo con tu clara piel ávida de mis caricias, de
mis besos ensalivados, de mis lamidos impúdicos, de mi erecto miembro trazando
los lúbricos jeroglíficos de la cópula, de la penetración salvaje que te rompa
como un cristal en el destello del orgasmo y te deje llovida y saciada, abierta
y escurrida, sobre el mismo lecho donde mis deseos te dibujan. Deja que mi
lengua te toque para punzarte tus pezoncitos dormidos, disfruta las debidas sensaciones,
ríndete a la evidencia de tus impuros deseos, dame tus pechos soberanos de mi
primera obsesión, esos maduros frutos otoñales, tiernamente caídos, reales,
naturales, soberbios en su mullida morbidez, dámelos, pues en ellos consumaré
el incesto sin el tabú de la pecadora inserción fálica, no me los niegues,
quiero ser tu bebé incestuoso, tu sucio vicio, tu animal sexual, tu bestia
gozadora e insaciable. Sacrílego de ti y de tu piel desnuda peco del hambre del
delirio de imaginar sobre tu cuerpo mis manos surcando piel y piel en delicada
caricia hundida, tibio tacto que me estremece hasta el vicio, sin fuga posible,
solo ahí sobre ti en ti por ti embebido de tu suavidad perfumada en los breves
fragmentos que de ti poseo, sobre la geografía expuesta de tu cuerpo navego en
el peligro del mar de fuego que en tu dulce oleaje me naufraga.
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