Para MFL
Íbamos a bailar un bolerito pegaditos mirándonos
a los ojos, desnudos, solo vestidos con la penumbras de un insomnio conjugado, yo
iba a sentir tu cuerpo vibrando de inquieta lujuria entre mis manos, olería tu
perfume en cada impúdico sitio de tu celo de hembra soñadora, nos íbamos a dejar
llevar por la música y por los deseos, por el roce apretadito de los cuerpos
estremecidos, allí mis manos en tus caderas atrayéndote hacia mí, allí tus
manos acariciando coquetas e insinuantes el viril miembro en plena erección, nosotros
esa noche imposible restregando nuestros cuerpo, incitándonos mutuamente,
silenciosos e inmersos en el instante, en ese aquí y ese ahora que ardería como
un fuego en ardiente consumación, dedicados en encontrar el goce del otro, a excitarnos
más allá del límite del pudor y la cordura, a sentirnos vivos, vigentes,
deseables, impuros pecadores nocturnos, íbamos a abrirnos a los instintos, liberados,
cómplices en esa fuga de todo y de todos que soñábamos cada uno en el lecho
distinto con viciosa persistencia, viviríamos esa intimidad de las sensaciones
sexuales para enloquecernos juntos, allí tus manos en mi cuello atrayendo mi
boca a tu boca, allí mis dedos hurgando urgentes obscenas tu vulva estilando su
íntima humedad, después nos revolcaríamos salvajes y desesperado en el lecho
compartido, (en el sueño), consumando en tu orgasmo y mi eyaculación una ilusoria
cópula imposible, mientras oíamos a lo lejos un romántico bolero de amor lejano
y tierna cercanía. Pero abandonaste las mañanas del tormento, dejaste un vacío
y un silencio, un lugar desolado y unas rosas marchitas, y una música que ya nadie
escucha porque faltas tú.
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