martes, 25 de febrero de 2014

LA CONDESA DE LA TARDE


“Où irait-il l'après-midi sans toi ?”

Lánguida en la tarde te extiendes supurando tu vaguedad de esfinge, tu vaho de serpiente celosa, y el musgo genital que invade tu vientre cuando te me escapas comienza a humedecerse en mis labios rabiosos. Entras desnuda en el letargo sensual de la siesta, en la modorra de la piel acariciada con la parsimonia del estío, lenta te dilatas, te despliegas con un demoroso desparpajo de meretriz ebria, de libélula acechando en la orilla del caluroso verano, vagan tus manos por tu misma piel reconociendo sus íntimas densidades, sus poros, sus vellos, las sinuosidades sexuales donde se creman los deseos, urges el capullo con un delicado dedeo, suave roce que te estremece y recobra en tu vértice vórtice pasadas sensaciones del frote de otros dedos, de una boca labios lengua que te arrastraron enceguecida por un torrente desconocido. Cursas con vigor pecaminoso el cauce y su vertiente, untas tus yemas en el vúlvico licor y me das de beber en ellos tu intimidad embriagante, la pócima del embrujo, el brebaje del hechizo. Un tenue sudor escurre por tu espalda, ligero y transparente, mis manos se ungen de el bendecidas en su sexualidad incontenida, desbordante, y consagran la dulce amistad con ventaja, sin restricciones externas ni fidelidades mentidas ni dedicación exclusiva, libres, unidos solo por la necesidad viciosa e irrevocable del otro. Languideces por el curso de la tarde extendida como una maja desvestida, apenas envuelta en la voluptuosidad de una vestal impía, un halo de lujuria te ilumina la complaciente sonrisa de serrallo y el musgo genital de tu pubis comienza a humedecer mis labios sedientos.

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