(Les arts de la cuisine)
El aperitivo será mojito o un vino
de esos de caja Tetra Pak®, muy helado, dentro de un melón tuna, escanciado en
tu boca a lo ancho besable hasta las comisuras, mientras te cocino toda la
tarde al vapor y a fuego lento Así que píensame y deséame con tiempo para que
tus carnes se maceren marinadas en la densidad gustosa de las ansias carnales y
las fantasías de esta degustación invocante. Voy desnudarte como descascarando
una naranja o a lonjas como un plátano o mondarte en una espiral lujuriosa como
a si fueras la manzana del pecado original, o a pelarte como una humilde papa estremecida
por que ya se siente hecha puré. Te oleré con fruición y delicadeza para encontrar
en ti los antiguos aromas a cebolla, a fritanga de pescado, y tus sazones a ajo,
orégano y perejil, el resabio a mariscos en salsa verde, las reminiscencias
recientes a kuchen, a quesos importados. Me relameré en la sal fina que guarda
el canalillo de tu escote y en esa otra íntima sal gruesa del sudor cocinero
que perlará tu piel. Y luego te voy aderezar y adobar, a aliñar y condimentar
según mis oscuros deseos expectaticios, te voy a cocinar o guisar calentándote
con mis mejores artes culinarias, te voy a cocer y a espumar, te haré hervir con
mi eterna calentura, y a freír, tostar, asar o dorar en las brasas de mi leña
erecta, te voy a estofar u hornear con paciencia de chino para dejarte tierna y
jugosa, a cocer y recocer hasta dejarte blandita, que te deshagas desmenuzada entre
mi paladar y mi lengua, o te voy a cocinar al dente para no perder en la previa
cocción la consistencia natural de tus carnes salvajes y dejarlas con una voluptuosa
resistencia al ser mordida, firme pero no dura, crujiente. Todo para comerte después
de ha bocados chiquitos, a breves mordiscos, y masticarte bien masticada, saborearte
con calma y sorber todos tus juguitos como un pebre cuchareado, degustarte con sibaríticas
delicias, trincharé tus muslos adobados con mi ardiente saliva, y los cortaré
en tajadas como jamón acaramelado. Te voy a comer enterita, con la cáscara, la
concha o con todas espinas, con el cuerito suave y sabroso, con las pepas o los
huesitos, te voy a tragar como una ostra afrodisíaca o succionando tu clítoris como
al cangrejo del erizo mientras voy catando de a cortos tragos un juguito de
damasco en el cuenco de tu ombligo o bien malta con harina o con huevo
derramada en tu pubis, según sea tu cariño. Te voy a merendar hasta el último
bocado, la ultima miga, la última gota, y para no dejar vestigios del epicúreo banquete
pasaré el pan por todo tu cuerpo mondo y lirondo embebiéndolo en tus salsas
sexuales, concentradas y aun tibias para conocer el sabor secreto del paraíso. Ahora
bien, sé que terminaré bebiendo un denso y dulce bajativo, será el licor
embriagante de la vendimia frutal de tu vulva recién cocida o un breve sorbo de
manzanilla escurrida vertical en tu sexo, pero eso aun no lo decido.
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