jueves, 20 de febrero de 2014

L'ARCHANGE LIBÉRÉ


“Constituye una victoria importante transformar un angustia psicopática en una pena sin trascendencia”.  Segismundo Freud

Liberado de limitantes e imposibles fidelidades, férreas censuras e inquisiciones inhabilitantes retorna a los libidinosos senderos del deseo insaciable, al Universo dual donde realidad y virtualidad se trenzan confunden incrustan en un ámbito de húmedas y densas sensaciones, de voluptuosas exploraciones que intentan alcanzar las fuentes nunca eternas de los placeres carnales. Vuelve a las divagaciones sacrílegas que no se rigen por la ética o la moral si no por oscuras e instintivas ansiedades, torna a las impías búsquedas de goces distintos, experimentaciones que justifican el viaje inútil y sin fin, la peligrosa travesía siempre por el borde de abismos equivocados, o a través de los jardines encantados de las salamandras venenosas y las orquídeas perfumadas. Regresa a las ceremonias herejes, a la apostasía del amor, a la soledad que lo define huacho, linyera, niño macho y fauno enviciado, a la solitaria veneración del dios Onán, a vagar temeroso por los arrabales de Sodoma incendiada sin atreverse a cruzar la muralla. Reanuda las indagaciones extraviadas de pequeñas perversiones arrastrado por la curiosidad de ir siempre más allá, ilimitado, libre, desatado. Revoca las renuncias de un trato que se justificó en la piel incinerada, en las manos ávidas y en la boca labios lengua que bebieron el éxtasis en la vertiente del paraíso. Abjura de la delectación tranquila de las tardes enternecidas y lujuriosas al mismo tiempo en el mismo cuerpo, reniega de la mansedumbre o la esclavitud, se niega a escanciar los dulces licores embodegados en los subterráneos laberintos del alto castillo, aunque intuye que como castigo divino a su rebelión insensata jamás volverá a embriagarse de tal extasiante manera. Reiniciará entonces el acecho furtivo de definidas o ambiguas sacerdotisas, la obsesión edípica y el culto fálico, retomará el oscuro camino de los que se saben solos, de los que poseen la horrible certeza de que la vida es un triste desierto sin sentido ni fin, que después solo hay un infinito vacío y un majestuoso silencio, que todo sucede en el aquí y el ahora.

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