Te quiero ver como una mantis que me devora
entre sus húmedas y calientes fauces de besos, de intensos estrechamientos
carnales, de empapadas absorciones lujuriosas. Como una lubrica cómplice de
insomnios transeúntes por las ardientes arenas del deseo, de las manipulaciones
pecaminosas, de las voluntarias y vergonzosas poluciones nocturnas. Confidente
de secretos inconfesables y de desnudas fantasías mañaneras, de solitarias
practicas vergonzantes y de éxtasis soterrados. Quiero ser poseedor de mis voluptuosas
caricias clandestinas por el suave interior de tus muslos, por entre o bajo tus
pechos mullidos y anhelantes, por el abismo encendido de tu cuerpo desnudo
sobre el lecho, ser poseído por tu mano curiosa, reptante, sigilosa, que va
arando los campos hirsutos de mi pubis, por tu lengua ansiosa de someterme al
imperio de su lamidos. Nos veo mordiéndonos como oscuras bestias recelosas en
una salvaje orgía de bocas ávidas de roer las carnes vivas, de beber los
sudores acumulados en los surcos perlados de las pieles sobadas, besadas,
lamidas en un arrimo de hoguera incontrolada, de quemarnos juntos y fusionados
en un crepitar de quejidos, grititos contenidos y soeces susurros. Deseo
hundirnos en una lenta y densa copula de caracoles embebidos, trabados en sus
lubricadas blanduras, anegados en un feroz intercambio de salivas y de babas, sumergidos
en sus cristalinos o espesos líquidos somáticos, sofocados en sus íntimos almizcles
sexuales. Quiero fluir en ti como un demoroso y tibio aceite para que fluyas
sobre mí como un óleo sagrado que me irrumpa y derrumbe, y así untados de
nosotros vagar impúdicos por un único día interminable.
martes, 5 de noviembre de 2013
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