Cerrada la puerta ahora solo nos queda la
lluvia, solo la lluvia, esa vigencia de otoño o de pleno invierno, los charcos,
las nostalgias, la calles de la noche con sus reflejos de colores y luces. No
te dejaste ver hoy, te me negaste, tus manos tu voz me fueron negadas, fijaste
distancia límite muros, definiste el contorno del paraíso prohibido, bloqueaste
mi necesidad imperiosa de verte, ahora solo nos queda la lluvia más allá del
estío ya entrado el otoño después de la vendimia, y esperemos que así
sea, sino será más allá del abril anochecido en un día distinto que aun no está en el calendario. Solo
necesitaba tu cuerpo ansioso, tu cuerpo desordenado por los deseos, nada más,
solo tu piel pulsando ansiosa bajo tus miedos, tu boca esperando beso, saliva,
los dientes que morderán tus labios. Iba por el pistilo y los estambres de tu
alta flor secreta, intocable, por sus pétalos aun en capullo, solo quería tocar
tus manos, quedarme a tu lado a la distancia de un suspiro, de un leve quejido,
de una mirada cómplice que propaga su incendio por las pasiones contenidas,
porque las cosa que importan se viven como vengan, a como de lugar, nunca
cerrando la puerta, pero ahora será para las lluvias si es que llueve, o para
el vago atardecer que aun no comienza a teñirse de rubores y arreboles. Te me
negaste así sin más, no era la hora. Y me quedé paralizado, como cuando debí
abandonar el jardín de mi madre, el de los nardos de diciembre, de las dalias
púrpuras, de su silencio maternal y comprensivo, me quedé entumecido, desolado
y asustado, en una sola palabra; estoy cansadotristederrotado.
sábado, 30 de noviembre de 2013
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