sábado, 30 de noviembre de 2013

EN UNA PALABRA


Cerrada la puerta ahora solo nos queda la lluvia, solo la lluvia, esa vigencia de otoño o de pleno invierno, los charcos, las nostalgias, la calles de la noche con sus reflejos de colores y luces. No te dejaste ver hoy, te me negaste, tus manos tu voz me fueron negadas, fijaste distancia límite muros, definiste el contorno del paraíso prohibido, bloqueaste mi necesidad imperiosa de verte, ahora solo nos queda la lluvia más allá del estío ya entrado el otoño después de la vendimia, y esperemos que así sea, sino será más allá del abril anochecido en un día distinto que aun no está en el calendario. Solo necesitaba tu cuerpo ansioso, tu cuerpo desordenado por los deseos, nada más, solo tu piel pulsando ansiosa bajo tus miedos, tu boca esperando beso, saliva, los dientes que morderán tus labios. Iba por el pistilo y los estambres de tu alta flor secreta, intocable, por sus pétalos aun en capullo, solo quería tocar tus manos, quedarme a tu lado a la distancia de un suspiro, de un leve quejido, de una mirada cómplice que propaga su incendio por las pasiones contenidas, porque las cosa que importan se viven como vengan, a como de lugar, nunca cerrando la puerta, pero ahora será para las lluvias si es que llueve, o para el vago atardecer que aun no comienza a teñirse de rubores y arreboles. Te me negaste así sin más, no era la hora. Y me quedé paralizado, como cuando debí abandonar el jardín de mi madre, el de los nardos de diciembre, de las dalias púrpuras, de su silencio maternal y comprensivo, me quedé entumecido, desolado y asustado, en una sola palabra; estoy cansadotristederrotado.

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