sábado, 23 de noviembre de 2013

EL MARMOL DE LA MAÑANA


Te busco en la madrugada, en sus clandestinidades, oculto, invisible, para que dejes de pensar y solo sientas, para que dejes de ser y te sueltes hundida en mis brazos, para que sueñes imagines que vuelas suavemente, que te deslizas por sobre la realidad, que te meces en las tibias aguas de la ensoñación, y así me gustas, tranquilita relajada soñando, me gustas gatita, solita y tierna, sintiendo sensaciones y emociones como maripositas delicadas y juguetonas y de muchos colores, que las sientas por dentro y por afuera chispeantes rozando acariciando sensuales despertando tu piel de su largo sueño contenido. Quiero que sientas estos mis deseos intensos incontenibles punzantes, que sientas que estoy ahí tocándote levemente para desesperarte, para que juntes tus piernas ansiosa y temerosa, para que te asustes voluptuosa, para que se entreabran tus labios y tu lengua los humedezca, para que sientas como mis manos suaves tímidas inquietas se queman en tu piel incandescente, en la suavidad delicada del interior de tus muslos, para que sientas mi boca lengua labios embelesados por el borde orilla del jardín oloroso a tu miel desbordada. Navego en ti, entre ti, perdido en tu cuerpo, te siento aquí, acaricio tu pelo, beso tu boquita. (Y mi voz te estremece entre el asombro y la mañana nublada que la inserta incrusta en los intersticios de tus deseos, escucho tu voz, tu risa nerviosa, tus quejidos, tu pequeña vergüenza de estar ahí así conmigo murmurando susurrando, te urges urgiéndome, las manos se confunden, tuya o mía, ya no importa, las voces se quiebran como rojos cristales o azogues vertiginosos, se te viene como un oleaje un suspiro de orgasmo, me derramo arrastrado por entre tus espumas, la mañana nos adormece en un espejismo de maripositas de colores. Volvemos lentamente del paraíso, tomados de la mano, silenciosos, saciados, abrazados y felices). La mañana sigue sucediendo y me quedo pensándote, asustado, ahora temo a todo, a perderte de súbito, a que desaparezcas en medio de tus furias y me dejes gris, opaco, penumbroso: Quiero que me imagines en tu mesita de velador como una estatuilla tallada en suave mármol con el desparpajo del fauno ebrio laxo dormido de Barberini para que no haya mañana en que no esté ahí, en ti, entre ti.

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