Despliegas la empapada vergencia
de tu canto vertical, su reborde de finas algas oscuras, el sabor concentrado
en su empalagosa consistencia y tenue densidad, te expones atrapada en un
exhibicionismo innombrable, ardes con tus propias llamas ante los ojos que te
verán extasiados entre los vidrios de tus recatos quebrados, refulges en un anaranjado
de sol atardecido en plena mañana de deseos voyeristas como un oleaje
arremolinado que anega las fantasías de tus piernas desnudas y la piel pálida y
los pelitos asomados, destellas en un azul exultante de rómbicos matices como
un cielo intenso sobre en entre tus piernas cruzadas por pudor o discreta
masturbación instintiva, excitas desnuda en ausencia de color, solo piernas,
piel y lunares, para que la incitante mata de vellos negros deslumbre en su
lujuriosa casualidad bien pensada, para que los ojos sigan en curso sexual
imaginando la vulva abierta inundada y caliente, flor vertical negada a la
perversiones del fisgón enviciado. La copa sexual rebosa de tu olor natural
esparcido con coqueto desparpajo y del perfume almizclado que usas en tu lecho para
tu propio deleite sensual, sientes la nariz del fauno inserta en tu sexo
oliendo tus aromas más profundos, sientes la lengua del sátiro lamiendo lo que
niegas ocultando, sientes los labios del macho inconstante urgiendo tu clítoris
con la demencia de un tímido depravado. Entre los íntimos colores y
perlescentes sedosidades te viertes derramada urgente, asumes y absorbes, abres
los pétalos y los cierras atrapando la erguida rigidez, estimulas el frote
incesante hasta la distante eyaculación, lúbrica en tu caliente voracidad.
viernes, 10 de octubre de 2014
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