lunes, 20 de octubre de 2014

NADA EN PRIMAVERA


Para Nada alegre.

Te ves muy linda allí en el centro del pequeño universo sensorial de la fotografía, como siempre difusa, escondida de puro tímida en un tupido velo, pero creo que es primera vez que te veo riendo, alegre, como si fueras feliz, como si la dulce mariposa de la risa se hubiera detenido sobre la flor inalcanzable de tu boca. Me alegra mucho verte así, sin esa melancolía de lluvia u otoño en la que navega tu soledad en el mar del tiempo de las incertidumbres. Y más aún verte en medio de esa algarabía de juventud exultante y primaveral. Y me encanto deliciosamente la impúdica transparencia de tu blusa que deja ver, difusa también tras tupido velo, la suave palidez de tu piel intocable, tu escote de esfinge imposible donde quedaron atrapados mis ojos de fauno solitario, y el negro brassiere que dibuja tus pechos como un nocturno palomar. Recordé las efímeras rosas del jardín, las misteriosas ondulaciones que dejan las olas en las finas arenas de las playas de invierno, la migraciones de las aves sobre lejanos parajes, recordé como si fuera cierto la tibieza voluptuosa de tus senos en mis manos aquel atardecer que nunca sucedió, la cálida humedad viscosa de tu vulva que untó mis dedos y mis labios más adentro de la noche, recordé los besos y el sabor de tu saliva, mi dedo soberano sobre tus protuberantes pezones, la cópula ya amaneciendo, poco antes de que te disolvieras difusa cuando la madrugada comenzó a despertar a los escarabajos y a las libélulas, recordé que poseía nada más que la fotografía con tu risa, el tenue velo con las florcitas blancas sobre tu tibio canalillo y tu mano como al descuido sobre esa lozanía de otra fugaz primavera.


No hay comentarios: