Tengo hambre de tu soledad, del
espacio total de tu piel intocada. Huelo la sed de besos que te reseca los
labios, palpo los estremecimientos de tu cuerpo inútil, sigo el rastro del
perfumado sudor de tus pasiones. Busco en el caluroso insomnio de tu noche esa
fragancia de la hembra en celo insaciado. Tengo hambre de tu carne ardiendo
desesperada, sed de los íntimos jugos que vierte tu desolación. Te acecho tenaz
entre tus sabanas, te muerdo despacito desde tu almohada, subo desde tus pies
como una fiera husmeando el delicado sabor dulce y salado de su victima, bajo
desde tu boca hurgando los recovecos vacíos que dejaron esos tristes
depredadores inútiles, que no supieron rasgar la dura soledad que te cubre.
Tengo hambre de la exquisita soledad de tu piel. Sé que estas muriendo por
tocarme pues yo muero igual por deslizar mis manos por tu cuerpo para
reconocerlo en los sueños solo por el tacto. Y es una delicia vivir así el
deseo, sentirlo en la piel, vivo y quemante, porque te siento en celo, huelo tu
olor de hembra, y así me gusta sentirte, con el fuego sexual ardiendo en ti por
mí. Ah! si yo pudiera tocarte, ir a ese lugar húmedo y caliente como un
peregrino en deliciosa erección. Hembra mía, que ricos goces te habitan, ya
sabrás que me estas enviciando y que eso me gusta, me deleita. Alcanzo a
escuchar tu voz, tu voz entrecortada, asustada, y no distingo palabras, solo
tus jadeos de placer, y me excitas, y me posees, en esa pasión de buscar el
goce libremente, amorosamente acoplados, yo penetrando en ti y tú abierta a mí,
tu recibiendo mi verga punzante y su semen como una lava, y yo sintiendo tu
ardiente humedad en esas contracciones succionantes. Fuimos macho y hembra,
primitivos, sexuales, urgidos de deseos, y ahora permaneceré ahí en ti,
profundamente, desolado y saciado, feliz!, pues ya te has convertido en un
embriagante y clandestino y solitario vicio.
2008-2009
1 comentario:
Fascinante ese despertar de los deseos hasta consumarlos dentro de la otra persona. Excelencia en tu prosa.
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