Para A., desde el pasado hasta el hoy.
Besaría tu boca hasta embriagarme
de tu saliva, hasta ahogarme en la profundidad de tu aliento, y así ebrio y naufrago
aferrarme a tu pelo como a un perfumado mar de cimbreantes algas. Prevaleceré volcado
en el acoso de tu voz que se reparte en ecos y gemidos en las honduras
calurosas del bosque entre ciruelos y laureles, en la umbría cercanía del
pimiento y del eucaliptus, en tu dialecto de idiomas entrabados, de paisajes
remotos en el tiempo y en las banderas, en tu pelo desbordado sobre tus
hombros, vertiente de sedosidades que mi dedos anhelan. Dejaría los murmullos
del atardecer para ir hacía tus senos, palomas en sus vuelos desnudos, surcaría
el valle enmudecido buscando la anamorfosis o el espejismo, la sensación de
abismo entre mórbidas dunas, el emanado roce bifurcado en las mejillas. Será tu
largo pelo de suaves antracitas, la sinuosidad de tu espalda en la continuidad
de tus nalgas, en gris y negro vestida, el dulce perfil de tu rostro, la piel
de tus brazos donde me acuno en nocturno celo, será la inminencia del deseo, de
las lujurias, del delirio de la cópula en sus quemantes ritmos y sonidos. Será
el nocturno. Buenas noches esclava mía, hoy tu Amo habitará tu lecho, perfuma
tus pechos, pon carmín en tus sensibles pezones, pero no perfumes la flor de tu
sexo porque tu Dueño beberá de ti buscando tu sabor más intimo y más puro para
embriagarme en los derrames de tu savia, hasta ahogarme en la profundidad de tu
vulva, y así ebrio y naufrago aferrarme a tus caderas como a un tibio mar de
cimbreantes algas.
Enero 24 de 2009 - Enero 2 de 2014
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