martes, 6 de enero de 2015

TRIPTICO DE SUS PIERNAS


Pour la Comtesse égarée

Iluminada, a plena luz, recostada sobre una sábana color rosado damasco, tierno y romántico, como de tiempos antiguos, lánguida y sensual, tranquila esperando el acecho voyerista, lascivo y fetichista de la mirada lujuriosa del fauno, la voracidad libidinosa del sátiro pervertido sobre la piel desnuda de sus piernas, la quemante contemplación de esos ojos insaciables que le urgen determinadas caricias y lamidos ya vividos y gozados en un otrora de luces de barcos, de un alto castillo, de campanarios y de hierbabuena. Se exhibe impura y soez, enviciada, se deja desear contraviniendo ancestrales pudores y atávicos miedos, ella ahí íntima y lejana (i) como una dama somnolienta, distante y cómplice (i) como una esfinge en las arenas del insomnio. La uñita mayor del pie extendido de un tenue y ambiguo rosado, o muy claro o simplemente blanco, rodeada de una tierna jauría de mirones perritos de peluche, el muslo mórbido de la mancha solar y la mariposa corazón, los pies juntos entibiando obscenos juegos fálicos que nunca sucederán, las piernas muy juntas como un cerrojo indestructible que impide que se abra y exhale sus sexuales aromas la flor húmeda de su vulva y se entregue desvergonzada y ansiosa a los goces del sexo oral donde se chupa, frota, lame o mordisquea (con grados variables de intensidad, y también pueden ensalivar o escupir) con la boca, con la lengua y con los labios o los dientes los labios de la vulva, la entrada de la vagina y el clítoris (ii), o de la cópula final que se consuma más allá de cortafuego de la cruel inquisición. De fondo sus objetos personales, fotografías de afectos y recuerdos, el congelado pomo de la puerta, el sillón pecador sin pecado concebido, el óleo de las rosas barrocas, los muros blancos impolutos y la madera con sus chapas de negro hierro.

(i) “A las ocho en el Flora”. Severo Sarduy.
(ii) “Prácticas sexuales: Todo lo que debes saber sobre el Cunnilingus”. Zea.


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