miércoles, 14 de enero de 2015

PAISAJES DE TETUÁN

“Son de greda los senos que te empeñas en ver como lirios morenos.” Juana de Ibarbourou

Tus pechos colinas dunas ansiedades, mullidas campanas en silencio, tibias alturas coronadas de protuberantes botones florales, fervores y resabios del mito original, opios de la amapola del sueño, mórbidos deleites, fuentes, copas, biberones, turgencias en breves soles de cobres adormecidos. Tus senos, anheladas cumbres soleadas, plena consistencia carnal de edípicos deseos, de incestuosas fantasías oníricas, de voluptuosos pecados inconfesables, origen e incitación de besos lamidos succiones, de oscuras lujurias perturbadoras de niño macho, de sediento náufrago en erguida erección aferrado a tus pezones que anidan en mi boca. Ampulosas cimas reflejadas, tetas en los lascivos erotismos de la noche, mamas en las desolaciones de la incierta soledad, bubis, busto, cimbreante dualidad blanda, frutas maduras, divinas almohadas para el descanso del vencido guerrero. Lúbrica ansiedad de hundirse en tu canalillo, en el escote que las niega exhibiéndolas; Las rosas palpitaban encima de tus senos duros. Como una flora de las blancas batistas que tus brazos rozaban cálidamente llenos, los encajes tentaban con carnes entrevistas (i). Me sumerjo extasiado en el corpiño, el brassiere, el sostén, me entrego al delirio de sus blanduras, de sus lisuras, de sus tibiezas, de su bamboleante oleaje ritmo incesancia, de sus palpitantes latidos subterráneos, túrgidos globos evasivos pero vigentes, imponentes esferas rutilantes que abrasan en la memoria en el sube y baja de tu libidinosa respiración. Esponjosas curvas perfiladas, replicadas catenarias que guardan el sabor de ti contenido en las apetecidas areolas, en esa rugosidad inquietante y en el matiz mas oscuro de tu piel ungiendo las erógenas trigonometrías de tu vértigo inicial.

(i) Libros de Amor. Juan Ramón Jiménez, 1911-1912


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