lunes, 12 de enero de 2015

REFLEJADA

Ahí te poseo mía, en el círculo que contiene el azogue del mágico espejo que te refleja anónima, secreta, furtiva, como reflejada en la dormida superficie del agua del pozo del tiempo. Fragmentos de tu piel soleada, rostro hombros brazos, no más, suavidades que mis manos anhelan rozar en la cita pactada más allá del hoy, enmarañado tu pelo para mis dedos hambrientos, tu sonrisa misteriosa entre coqueta y cómplice dibujada en tu boca donde irán mis besos a beber tu saliva para saciar mis labios sedientos de ti, tus ojos mirando lo que yo veré, tus manos decretando las vigencias y las limitaciones de tu imagen, un aro brillando en el lóbulo de tu oreja que he mordisqueado en antiguos sueños de pasiones desatadas en el lecho y lúdicas ternuras en un parque atardecido, lecho y parque imaginarios, esos dedos que mi piel reclama en la espera de los ciclos de metempsicosis con los cinco anillos, uno eslabón de fiel cadena, y la uñas cuidadas en perlado rosado que un día, en un futuro por consumar, dejaran escritos en mi cuerpo tus deseos de hoy. El suave azul con barrocos follajes azul oscuro allá en un abajo mullido donde escondida y sola tus pies descalzos danzarán imaginándose en un alto salón de cristales, bronces y caobas conmigo en un rincón de penumbras observando silencioso la voluptuosidades de tu cuerpo en el vértigo del baile. Tu piel morena en su madurez sensual de rosa en el estío, en su fragmentada fugacidad sensual y negada con señorial recato por los brevísimos fragmentos del trabado mosaico de blancos y negros ocultando tus pechos ampulosos, tus pezones sensibles, el tibio canalillo por donde se deslizará mi lengua voraz cuando sea cumplido nuestro destino inevitable.

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