Ahí te poseo mía, en el círculo
que contiene el azogue del mágico espejo que te refleja anónima, secreta,
furtiva, como reflejada en la dormida superficie del agua del pozo del tiempo. Fragmentos
de tu piel soleada, rostro hombros brazos, no más, suavidades que mis manos
anhelan rozar en la cita pactada más allá del hoy, enmarañado tu pelo para mis
dedos hambrientos, tu sonrisa misteriosa entre coqueta y cómplice dibujada en
tu boca donde irán mis besos a beber tu saliva para saciar mis labios sedientos
de ti, tus ojos mirando lo que yo veré, tus manos decretando las vigencias y
las limitaciones de tu imagen, un aro brillando en el lóbulo de tu oreja que he
mordisqueado en antiguos sueños de pasiones desatadas en el lecho y lúdicas
ternuras en un parque atardecido, lecho y parque imaginarios, esos dedos que mi
piel reclama en la espera de los ciclos de metempsicosis con los cinco anillos,
uno eslabón de fiel cadena, y la uñas cuidadas en perlado rosado que un día, en
un futuro por consumar, dejaran escritos en mi cuerpo tus deseos de hoy. El suave
azul con barrocos follajes azul oscuro allá en un abajo mullido donde escondida
y sola tus pies descalzos danzarán imaginándose en un alto salón de cristales,
bronces y caobas conmigo en un rincón de penumbras observando silencioso la
voluptuosidades de tu cuerpo en el vértigo del baile. Tu piel morena en su
madurez sensual de rosa en el estío, en su fragmentada fugacidad sensual y negada
con señorial recato por los brevísimos fragmentos del trabado mosaico de blancos
y negros ocultando tus pechos ampulosos, tus pezones sensibles, el tibio
canalillo por donde se deslizará mi lengua voraz cuando sea cumplido nuestro
destino inevitable.
lunes, 12 de enero de 2015
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