Todo sucedía en silencio, en el
inicio de la madrugada aun ciega a la luz, habíamos dormido juntos, abrazados,
la noche entibiada por nuestros murmullos y el susurro de mis manos en tu
cuerpo acariciando. Te levantabas y yo te observaba aun ebrio de tu perfume, y
te seguía contemplando en tus rutinas mañaneras, invisible pero intenso, tú
sentía mi mirada en ti y hacía como si solo fueran como siempre mis ojos en el
espejo. Te desnudabas, yo, desde el lecho disfrutaba ya excitado tus nalgas
ampulosas, tus suaves muslos, la tersura de tu espalda, tu piel poro a poro. (Mi
mano iniciaba el rito masturbatorio, sobando y apretando mi miembro). Entrabas
en la ducha, el agua escurría por tu cuerpo tal como había escurrido mi boca
por tus nocturnos paraísos. Salías del agua purificada y virginal, te secabas
en lenta sensualidad, y con delicado recato dejabas anudada la toalla en tu
cintura, yo veía tus senos en su vuelo voluptuoso, tus pezones cimbreando en
esas cumbres mullidas, caminabas de un lado a otro buscando y ordenando tu
vestimenta, incitante y coqueta, con el rostro serio, como si estuvieras sola
en tu ámbito cotidiano. (Mi mano ya subía y bajaba en prepucio en un enviciante
ritmo onanista). Entonces te sacabas la toalla y así desnuda perfumabas tu
cuerpo, tus axilas, tu vientre, tu vulva, yo olía el aroma como en un sueño
dentro del sueño, gozaba tu entera desnudez, el esplendor lujurioso de tu piel,
la mórbida consistencia de tu carnalidad sublime. (Mi mano aceleraba la
masturbación hasta la gozosa eyaculación, extrayendo hasta la última gota densa
y caliente del goce fálico de ese íntimo exhibicionismo). Luego comenzabas a
vestirte con ordenada parsimonia, negro body, gris claro pantalón, blusa de
vuelos azules y blancos, la delgada y suelta camisa del mismo azul, cepillabas
el negro oleaje de tu pelo frente al espejo circular mientras yo te miraba
absorto sin saber que te soñaba. Te cubrías con una chaqueta del mismo gris del
pantalón y finalmente calzabas tus pies. Antes de salir te volvías y nos
mirábamos a los ojos, cómplices y amantes, afuera amanecía y la luz entraba en
mi sueño dejándome adormecido y laxo en tu tierna oscuridad.
viernes, 16 de enero de 2015
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