jueves, 21 de julio de 2016

ABIERTA Y ANEGADA


Miro tu vulva e inicio un viaje por los pervertidos territorios de antiguas memorias ya sin rostros ni nombres, un periplo por anónimos e íntimos sabores desperdigados en los años y por difusas sensaciones de estrujamientos y succiones vaginales, una travesía que lleva en su inicio la semilla latente del retorno vicioso a tu cisura vertical, a tu lánguido sexo de perfumados aromas florales. Aojo tu desnudez oculto en el otro lado del cómplice vidrio azogado, desde ahí te espío y deseo masturbándome detrás del quieto cristal silencioso, ahí me excito, erecto y rígido, viendo tu rostro ruborizado por tu enloquecida lujuria digital, viendo tu mano ávida hurgando en tu rosa abierta y mojada, oyendo tus gemidos mordidos y tu voz sofocada, oyendo el estallido de las burbujas del agua que hierve en tu goce elemental. Eres una hembra de sueño que socava los delirios de los insomnios, una medusa inclemente a los libidinosos ojos que te gozan en la luminosa suculencia de tu sexo, a la mirada penetrante en tus oblicuos labios, rosados, húmedos, tiernos, deliciosos, que sonríen invocantes como cárnidos pétalos de una rosa anegada. Solo desearía ahora verte desnuda sentada en tu lecho frente al espejo con tus piernas bien abiertas, entonces me materializaría macho real en tu intimidad sellada y te mordisquearía esos labios verticales, te surcaría esa hendidura olorosa a ti con mi lengua fálica, te penetraría lingüísticamente, te dedearía tu clítoris hasta que grites de un goce desbordante, hasta que sudes un sudor vaginal y yo lo beba desde su fuente para emborracharme de la sabrosura de tu sexo inundado y abierto.


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