(Dueto)
...estás de viaje en
un pueblo perdido, sola en tu cuarto, es más de medianoche, todos en el hotel
duermen, afuera hay extraño silencio y una húmeda oscuridad, llueve
intensamente y el ruido de la lluvia enmudece cualquier sonido, has estado
viendo en la tv una película romántica y para verla y disfrutarla con mayor
deleite te has vestido y maquillado como una elegante dama, estás tendida en el
lecho, ensimismada en las penumbras, de pronto oyes pasos que se acercan a tu
puerta, escuchas como alguien mete una llave en la cerradura, te asustas y te
sientas rápido en la cama dispuesta a levantarte, enciendes la lámpara del
velador, pero no alcanzas a ponerte de pie y la puerta se abre de un envión, y
ahí bajo el dintel lo ves... ...abro la boca para gritar pidiendo ayuda,
pero al recorrer esa imponente figura parada en mi puerta, con su tremenda
verga semierecta, el grito muere en mi garganta y es reemplazado por un extraño
calorcito placentero que me incita a pararme desafiante al lado de la cama, en
un gesto que quería decir: "aquí estoy", no te temo. El visitante se
queda como paralizado, seguramente esperaba una actitud de pavor de mi parte,
pero yo me acerco a él, lentamente, al tiempo que empiezo a quitarme el
vestido. Ya con el traje a media cintura y el sostén rojo a la vista llego
hasta él, lo tiro de un brazo hacia adentro y cierro la puerta. El visitante
está en silencio, le llevo su mano a mis pechos, y tomo su verga con la mías,
-¿esto buscas?- le digo, -entonces tómalo- . El reacciona y bruscamente me
arranca el vestido, me quita el sostén y chupa con ansias mis pechos mientras
yo sigo masajeando su verga que está cada vez más dura, hasta que de pronto,
sin decir todavía ni una sola palabra, me lanza sobre el lecho y empieza a
besar cada uno de mis rollos hasta llegar a mi sexo, donde empieza a lamer y
chupar con una maestría y exquisitez que me hace gritar de placer. Sus manos
recorren todo mi cuerpo mientras me lame una y otra vez mi chorita, hasta que
de pronto, se pone de pie y su enorme verga empieza a deslizarse por entre mis
pechos y yo, encendida de placer, la tomo y empiezo a besarla y a lamerla como
una deliciosa fruta prohibida, hasta que la siento dura, fuerte, a punto de
explotar, entonces la introduzco en mi boca y la chupo con fruición, con
ansias, con deleite, llegando al punto casi de eyacular, pero él se retrae un
poco y me tira sobre la cama y me penetra, con ese enorme monstruo de carne
viscosa por mi saliva y me hace gozar como nunca antes lo habían hecho. Cuando
todo acaba, exhaustos, rendidos ante tanta locura y placer, él me mira, me
dice: -gracias, fue bueno- y se levanta y desaparece, en silencio, tal como
llegó.
Nota.- En cursivas la
erótica imaginación de la coautora MEHG.
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