viernes, 15 de julio de 2016

LIQUACIÓN DE TI


“Cuando leí me volví agua”. M.E.

Eras agua hirviendo en mis brasas que tu misma encendías, poseedora de esa rosa inolvidable que es voraz molusco succionante y flor de cárneos pétalos empapados, de esos muslos que poseen la ígnea tersura de las ágatas, el misterioso matiz del deseo de lamerlos que bulle en la saliva hirviente del fauno excitado, el voluptuoso sabor de la fruta madura y el aroma de los azahares escondidos en la selva lujuriosa de tu nombre. Eras agua sexual y agua turbulenta, éxtasis del sediento y feroz oleaje del náufrago, torrente posesivo e insaciable en su continuo flujo libidinoso, agua viva en los tráfagos de un sexo impenitente, eras agua imaginada que escurre por tus pechos prominentes y por tus corvas realzadas, que rebosa la oquedad de tu ombligo y confluye por tu pubis hasta el cauce de las brácteas de tu abierta heliconia o chorrea por la curva lumbar de tu espalda hasta surcar el apretado canal que separa tus pálidos y mullidos glúteos, en fin, eras agua invocante de densas y calientes aguas seminales. Pero igual quiero volver a lamer tu vulva, sorber tu clítoris, amasar tus pechos, chupar tus pezones, morder tus labios, volcarte otra vez sobre el lecho y sodomizarte hasta que grites y te retuerzas, quiero poseerte más allá de tu memoria, desflorarte virgen y casta, pura en tu pagana ninfomanía e impura en tus amorosas ternuras de hembra concupiscente, quiero que te duelas de mi penetración profunda, de mis mordiscos pervertidos, que te arda tu sexo y se inflame tu ano sometida a los tormentos de mis furiosas calenturas de obsesivo macho perseguidor, que te muestres a mis ojos mirones en toda tu desnudez de solitaria esfinge desértica  


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