Fue la noche de ninfa
y fauno copulando es las sombras desterrados, en voces bajas murmuradas, fue la
orgía de dos cuerpos que se traban y se machihembran encerrados en el descaro
de los deseos incontenibles, y mi voz penetró tu hondura vaginal como un príapo
inhiesto y vigoroso para romperte en pedazos de mujer lasciva con la obscenidad
erguida y dura de tu macho dueño, y mi verbo semental abrió tu jugosa magnolia hembra
humedecida y mi palabra se enterró susurrada en tu vulva entre los quejidos de tu
goce inacabable, tus gemidos de caliente gata en celo, tus suspiros de dama
excitada más allá de sus pudores y tus retorcidos aullidos de hembra orgasmando.
Sucedió allí en tu lecho profanado por los ardores del coito sin tocarse, por
los placeres de las manos afanadas en los instintos onanistas, por los gozos de
las carnes desnudas bajo impúdicas vocaciones, por los deleites de sílfide y sátiro
sobreexcitados. Tu voz en tanto me excitaba, me llevaba exasperado de deseos a
los límites del sexo solitario pero
compartido en su sonora lujuria, y te lamí entera por todos lados, por delante
y por atrás, por arriba y por abajo, por entre tus axilas y encerrado en los
pliegues bajo tus pechos, inserto en tus ingles olorosas y en los entrelabios
de tu sexo, sumergido y ciego, anegado y erguido, endurecido el falo en tu boca
succionante hasta desatar los nudos del celibato con tu sonoridad escandalosa
que abarcaba la poética irracional de las eróticas cumplidas.
domingo, 3 de julio de 2016
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