Te niegas a los suspiros y los quejidos, a
los susurros lascivos y a los besos con sabor a hierbabuena, huyes de ti misma,
escapas de mi acoso perturbador, te fugaz de las cercanía de las alma
extasiadas y de los cuerpos encendidos. Temes a mis demonios y a mis máscaras,
recelas de mis demonios enmascarados, te asustan las máscaras de mis demonios,
mis desvíos, mis pequeñas perversiones, mi boca en la tuya besando mordiendo, mi
lengua que imaginas bífida lamiendo tu piel desnuda, haciendo florecer tus
deseos enjaulados, marcando a saliva y aliento los íntimos escondrijos de tu
carne dormida, despertándola. Te espantan las musas madres incestuosas que me
desvelan me seducen me obsesionan sin entender que ese es mi destino ineludible
de huacho ermitaño mendigo o perro abandonado, te lastiman los celos de esas
otras voces, otros rostros, otros cuerpos de hembras incitantes, sin entender
que ese es el inevitable fuego que me devora (i). Porque nadie me conoce como tú
me conoces quieres poseer mi tristeza melancólica de niño hombre extraviado
pero no la carnalidad incesante del oscuro macho amante fálico que tú crees desvió
de la ruta y camina ciego por las ciénagas del desespero. Te duelen los
espejos, el reflejo de tu silueta solitaria en los ventanales del castillo que
dan al nocturno mar imaginario. Me duelen las memorias derrumbadas de esos dos
crepúsculos mirando en inquietantes cucharitas las luces lejos de los barcos
imaginarios. Crees que hablábamos idiomas distintos sin saber que nos comunicábamos
por un lenguaje habitado de silencios, de sobrentendimientos, de mutuos miedos,
no sabes que nos buscábamos desesperados pero siempre con incertidumbre, con peligro, con derrota (ii), que éramos mantis
y fauno atrapados en la misma infinita oquedad del tiempo perdido.
Notas bibliográficas.-
(i) Lamentación sobre el rey de
Tiro. Ezequiel 28:18, (circa 598 a.C.).
“Con tus numerosas culpas, con tu comercio venal, profanaste tus
santuarios.
Pero yo hago brotar de ti mismo el fuego que
te devora.”
(ii) Two English Poems. Jorge Luis Borges
(1934)
“I can give you my loneliness, my darkness, the
hunger of my heart; I am trying to bribe you
with uncertainty, with danger, with defeat.”
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