Vengo a hacer en ti con mis manos lo que
noche atrás hiciste tú en ti con tu propia mano incendiando las penumbras y sus
recelos de endurecido miembro cercando la medianoche de tu vertiente abierta. Vengo
con la lluvia en nocturno y sorpresiva que tú hiciste llover a contramano de los
climas y las certezas desérticas de orillas de mar. Vengo del nublado mañanero
sobre el mar quieto de gaviotas incesantes y tardos pelícanos, a pesar de tus
armas bajo el lecho, de tu voz anoche en lejos de lejos tu risa nerviosa y tus
silencios inquietantes. Vengo de los minerales a flor de tierra, de los
roqueríos entre los desiertos amarillos y las playas blancas. Vengo de tu noche
húmeda y acá derramada, de las penumbras allá en tu altura y de las penumbras
acá frente a la bahía de los piratas de mares equivocados, de las grandes
flores anaranjadas de un hibiscus estallado en tu honor hirviente y en tu
gloria de armada hembra esquiva. Vengo de los azules trenes metaleros detenidos
en los rieles contenidos en las duras hierbas de las planicies costeras de tus
inhabitados lugares. Vengo saciado de tus mis manos en tu mi cuerpos desnudos
sobre el lecho de armas y el lecho de mar ajeno, de quejidos, de mis susurros, de
las dos masturbaciones, recatado orgasmo y desatada eyaculación, en mitad de la
nocturnidad incandescente para volver a saciarnos en los ritos de los deseos de
una copula que rompe inunda consuma viola la distancia que traspasan las tus mis
manos conferidas.
jueves, 5 de diciembre de 2013
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