sábado, 14 de diciembre de 2013

EROS PLUVIALIS


Lloverá más temprano que tarde y volveré a sentir la brisa marina, el sabor de tu piel, del lóbulo de tu orejita mientras estamos ahí en cucharitas descubriéndonos poco a poco, intensamente, sintiendo esos revoloteos íntimos de íntimas maripositas en su desatada sensualidad, la imaginación que se desborda, escurre y se derrama, mi boca buscando tus incitaciones, lamiendo tus incertidumbres, besando milimétricamente tu piel, dejándose llevar raptar atrapar, mis labios marcando las guaridas del deseo, los cuerpos fusionados a fuego, com-pene-trados en carnes vivas, las manos contenidas en la orilla del río de lavas ardientes, viviendo las sensaciones iniciales de la posesión, del abarcamiento pleno, absoluto, en la búsqueda instintiva de la consumación demorada en los juegos previos del ventanal que da al imaginario mar nocturno, mi lengua surgiendo en tus íntimos senderos y vagando deleitosa embebida en ti, mi lengua reptil ensalivado incitando excitando tus escondidas locuras, estremeciéndote de goces insensatos, de placeres impúdicos, sintiendo tu calor, tu cercanía sensual, porque yo ya te habito lluvioso escondido en ti, en tus insomnios, en tus deseos, en tus ansias de ser tú en la densidad incendiada de ti misma, en tu lecho que arde sin llamas sino en brasas imposibles, siendo en ti un goloso que solo quiere restregarse entre tus piernas como gatito alzado y solo lamerlas enviciado a la espera del día de lluvia no lejano cuando te degustaré con toda calma, de a poquito para saborearte con la lenta pasión de un sibarita, para conocer todos tus aromas y sabores, los más íntimos y los más expuestos, y te morderé con calma, y beberé cada uno de los sumos frutales de tu cuerpo en su cuenco; así que ya sabes, no me tientes que voy ahorita mismo y te como sin azúcar ni cuchara, a puros mordiscos y ahí te quiero ver con tus risitas nerviosas mientras te como con la mano enterita con la voracidad furiosa de un vagabundo hambriento hasta que tus jugos escurran por las comisuras de mi boca y nos despeñemos acoplados como bestias salvajes en el desenfrenado abismo del sueño de la lluvia pendiente.

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