domingo, 15 de diciembre de 2013

LA VIRGEN DE CALAMUCHITA


Que desperdicio, que bufonada del perro destino que no me deja ir a romper esa tu soledad y devorarte siniestro y enmascarado en el irrisorio descampado de tus noches de albas sábanas de convento, de tus fantasías desbordando el río lento del insomnio donde te vas hirviendo sin fuego, desmoronando abismo abajo por la piel sudorosa por un calor que nace desde el adentro de ti y surge hoguera vertiente lava cuando la medianoche inmaculada se te derrumba por el sueño del dormir sin sueños vivos lacerando tu cuerpo hasta el goce de la plenitud y la nocturna saciedad. Que inútiles tus piernas tus muslos tus mórbidos pechos tus labios sedientos tu vientre tu pubis inútil en su abandono de ególatra virgen esotérica sin el fervor de mis deseos persiguiendo erguidos la flor ociosa abierta en su íntima primavera esperando el zumbido del morocho moscardón que venga a succionar el néctar de tu embrujo para embriagarse de ti rumbeando hacía tu orgasmo en la noche cuajada de quejidos y manos voraces y ojos cerrados en el éxtasis perfumado de sexo del sigiloso jardín de los procaces susurros. Que derroche insensato de esa intranquila sensualidad insinuante, de esa voluptuosa coreografía imaginada en el retorcimiento kamasútrico de humo del cigarrillo boca arriba en el lecho buscando el origen del duelo carnal en los suburbios de tus más calientes alucinaciones. Que pérdida irreparable tu transitoria virginidad conventual sin salvaje violación de fauno invisible ni poética defloración de mustio amante atrapado en esta otra urgente soledad de vos.

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