He buscado por los sueños y por los lechos,
por las noches calurosas de mi verano, por las gramas en el atardecer, en las
calles de feria y en los parques a la sombra, y no he vuelto a encontrar tus
pechos palomas deseadas para hundirme en ellos y besarlos como los besaba macho
y beber niño en sus pezones la savia que me disolvía en tus brazos para que tu
boca me besara. He vuelto asustado hambriento de los desvaríos y los intentos a
buscar la madreperla de tus muslos pálidos en sus carnales tersuras, tus nalgas
suaves que calmaban mis manos en caricias, y la verticalidad húmeda y florecida
de tu vulva nido donde bebía el sumo de tu cuerpo incendiado incendiándome en
su más íntima densidad sexual. Yo vengo otra vez sigiloso y cansado de la
vendimia otoñal que dejó la equivocada primavera anticipada, vengo a esconderme
entre tus vellos púbicos al borde de la fuente donde habité tus deseos
desatados, a incrustarme en los orígenes de tu saliva, tu sudor, tu
sacramentales fluidos, vengo a deshacerme en cenizas o arcillas en tu boca
labios lengua sexo, a no dejar que te duermas sin mi oscura y derramada
pene-tración de fauno trashumante. Otros te acosaran con sus pasiones de
renuncia y sus buenos modales, otros pronunciaran las palabras en almíbar y los
verbos azucarados que deseas oír por engaño, temor o recato, yo seguiré dormido
entre tus dulces senos mullidos, naufragado en la mojada flor abierta de tu
pubis, aferrado a la geometría perversa de tus pies, al reverso secreto y
virgen de tus codos, de tus axilas, de tus rodillas, tatuado en la inquietante
piel de tu vientre y de tu espalda sin despertar nunca de tu sueño.
jueves, 26 de diciembre de 2013
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