Seguro ya no estás sola, seguro
que ya tenés alguien que te acamale en tus caprichos milongueros, seguro que ya
no necesitás a este linyera tristón para que te escriba de juegos fuegos y
pasiones sin decantar ni censurar y te deje acompasadito latiendo el corazón,
seguro que tu piel ya es estremecida por otra piel repetida y constante, seguro
que vas y vienes contenta por los días noches como si el otario que te duerme
fuera concho de un vino dulce y el mendigo una sombra fantasma tenue y
congelada que duerme en los parques de los otoños perdidos, seguro que tu voz
se me vuela ahora en los cristales de los palomares sin dejar ni un solo eco en
las campanas del destierro. Pero también seguro que no te abren las piernas con
la suavidad y delicadeza del amante dueño de tu sueño recurrente ni te
acarician por el interior de los muslos buscando con ansiedades de macho solo
la humedad caliente de tu fruta abierta, madura y olorosa a las veleidades de
tus deseos, seguro que ni te besan los pechos con afán de huacho solitario
desesperado por volver al útero primordial y volver a las tibiezas que jamás
volvió a encontrar en sus extravíos de eterno penitente, seguro que no se
aferran los otros labios a tus pezones como solía hacerlo el que dejaste botado
en las orillas de tus atardeceres sonrientes ahora que ya tenés alguien que te
acamale en tus caprichos milongueros, y te llevé canyengueando a los rincones
oscuros de la bailanta de tu vida chiquitita para que no pienses en el mendigo
patético y cabizbajo que duerme acurrucado sin vos en la puerta cerrada de tu
casa mientras bebes y bebes el concho de ese vino dulce que te embriaga hasta
hacer que te olvides de mí, del que sabe dejarte mejor que alguien nadie
acompasadito latiendo el corazón.
jueves, 19 de diciembre de 2013
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