Y fue en la boca de la noche que encontré tu
saborcito enredados entre mis dedos, fue bajando del undécimo cielo cuando me
di cuenta que persistías en mi piel incrustada como una pequeñita ternura de
amor reinante. Y es que se fue soñando mi mano por el interior de tus mórbidos muslos
tal como lo había soñado y tu boca reía hermosa ahí tan cerca que mi boca te
besaba en el sabor de tu saliva y bebía de tu lengua incesante un delicioso
gustillo a nostálgica hierbabuena. Y te soñé tan intensamente que te soñé en mi
boca en mi mano, te soñé en blanco sedoso semidesnuda sobre tu lecho excitada y
yo me soñé aun vestido excitado en tu lecho devorando tu cuerpo sediento con la
lentísima hambre del lobo niño extraviado. Y cuando ya se encendían las luces
de los barcos sin que las viéramos te fui observando de a pedacitos, por
incitantes fragmentos, los ralos vellos oscuro de tu pubis, ese tímido pezón
breve y rosadito como escondido donde fui macho niño naufragado, las pequitas
de las piernas, los suaves muslos pálidos, tu ombligo copa dulce en cavidad
vertida, y te saboreé a destajo por el interior de tu codo, por tu cuello y tu
orejita en la intensidad del atardecer que aguardaba afuera para hacernos
lúbricos cómplices nocturnos. Y fue quedando tu sabor adherido como un tatuaje
que no se borrará nunca porque no está en los dedos ni en los labios sino en la
memoria profunda de las cosas inolvidables junto con tu rostro de niña alucinada
por lo que ibas sintiendo, por ese oleaje que te arrastró sin más a las arenas
ardientes donde yo silencioso esperaba esa misteriosa felicidad que tuvo tu
sabor aroma con su resabio de licor embriagante, y otra vez la noche iba
cuajando de a poquito como no queriendo para no dejar que me escapara y yo
calladito hacía como que no sabía y te seguía paladeando extasiado con tu sublime
y eterno relente de lima azucarada. Y aun poseo tu sabor a mojito en la memoria
sedienta de mis labios que te bebieron sorbo a sorbo insistentes porque no sé
si te diste cuenta que no dejé escurrir agua por mis manos para que así te vinieras
conmigo. Cierto que esperé tu mano reciproca pero tú ya andabas en el aire
revoloteando entre las mariposas y el deseo. Y fue como si un fauno se metiera
en tu cama mientras tú soñabas con un fauno angelical acariciándote en tu lecho
y te entregabas a su sensual voluntad voluptuosa y te dejabas hacer sentir
embobada en los ceremoniales del sexo que iba escurriendo lento lentísimo hasta
ese quedarnos otra vez con más deseos que antes pero igual saciados.
sábado, 21 de diciembre de 2013
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