"En el proceso de la escritura la imaginación y la memoria se confunden." Adelaida García Morales.
Al final de día, tranquila e inmersa ya en tu
noche, relajada, te recuestas totalmente desnuda sobre la cama y te cubres solo
con la sábana, escuchando cierta música. Apagas la luz y te quedas un buen rato
ahí en la oscuridad pensándome e imaginándome, imaginando mis ojos, mi mirada,
esa que te puso nerviosa porque se metía dentro de ti, imagíname ahí presente,
mirándote como hombre. Cuando ya hayas visualizado bien mis ojos en ti, echas
la sábana hacía atrás y así expuesta imaginas que yo estoy ahí sentado desnudo
a los pies de tu lecho en medio de tu misma oscuridad, y vas sintiendo como mi
mirada de macho excitado va recorriendo tu cuerpo a lo largo y a lo ancho, sube
por tus piernas, tus muslos, se clava por momentos en tu sexo, en tus vellos
púbicos, sube por tu vientre, se hunde levemente en tu ombliguito, sube hacia
tus pechos, surca su tibio canalillo hasta tu cuello, hasta tu boca
entreabierta, con tu lengua humedeces tus labios incitándome coqueta y
exhibicionista, sientes que mis ojos se devuelven lentamente acariciándote
hasta anidar en tu vulva y ahí se quedan atrapados entre esos ensortijados
vellos y esos ya húmedos pétalos, llevas tu manos ahí con un pudor lúdico e
insinuante a la vez, sabes que me estoy masturbando en medio de esa caldeada
oscuridad, alcanzas a escuchar mis leves quejidos, mis susurros alentándote a
más y comienzas a masturbarte, tus dedos surcan, punzan, se mueven en breves
círculos sobre tu clítoris, tu mano presiona y rota sobre tu Monte de Venus, el
movimiento del lecho delata mi masturbación agitada, lujuriosa, en la escasa
penumbra me imaginas ahí de pie mi mano sobajeando mi miembro erecto, mis ojos
en ti abarcando tu cuerpo incendiado, siguiendo el ritmo voraz de tu mano en tu
sexo, de pronto imaginas mi lengua caliente y ensalivada escurriéndose por
entre tus dedos hasta lamer punzar chupetear tu vulva clítoris, imaginas,
sientes, gozas, te retuerces anegada por el más puro placer que tú misma haces
florecer en ti asistida por mi lengua lamedora, cuando ya estas al borde del
orgasmo lanzas un grito y te dejas perder hundir ahogar sucumbir en los oleajes
orgásmicos, entonces siente imaginas una densa leche miel que escurre por tus
piernas. Después, mañana, debes volverás a imaginar y sentir las sensaciones y
las emociones, tu recato violentado y mi tímido desparpajo, la convergencia,
imaginada, de mi voyerismo onanista y tu imaginado exhibicionismo onanista. Así
sea.
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