Tu pecho desnudo entre el negro
de tu body y la guedeja del azabache de tu pelo en tu hombro y el negro artificio
del fisgón que lo inmortaliza en la imagen excitante de la palidez de tu piel
en su esplendor inquietante. Antes fue tu mano de rojo coral en tus uñas y el
del corazón en suave dorado, presagio de dulces caricias, penetrantes
florituras y masturbatorias secuencias. Todo mi deseo se desata cuando de ti me
viene tu voz con sus susurros y tu hechizo me invade con su tibia densidad, cuando
poseo la esencia de tu cuerpo en el mío unidos en una eternidad sin tiempo ni
distancia, uno ambos juntos, hechos de largos besos, de delicadas caricias, de
sueños que soñamos cuando nuestra lujuria despierta y se libera venciendo los
imposibles dimensionales y nos derrama sobre un lecho cuántico que absorberá
nuestros impúdicos sudores. El libidinoso juego a lo largo del día confirma las
ardientes vigencias de las pasiones, la carnalidad instintiva que fluye en el
éter que ya no separa porque hay un ardiente intersticio en su evanescente
volumen invisible. Circulan voces erotizadas, imagos de piel desnuda, de falo
asomado, de intentos frustrados, de pornos prohibidos de machos hembras
trenzados representando nuestras fantasías deseadas e imaginadas. La deliciosa
masturbación brota a cada lado del espectro, las calenturas coinciden en mano y
dedos, el deleite onanista se bifurca en el allá y en el acá, compartido, en
universos paralelos, en un gozo único y a la vez separado en la distancia que
no en el tiempo.
martes, 21 de abril de 2015
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