jueves, 9 de abril de 2015

REVERBEROS INSISTENTES


Mi mano en tu muslo en larga caricia derramada de ingle a rodilla y viceversa las yemas de mis dedos rozando esa piel de perversa lisura. Mis labios en tus labios besando, abarcando la totalidad de tu boca, mi lengua entrabada en la tuya en una enredada cópula de caracoles desesperados. Mi dedo en tu clítoris dibujando los círculos del goce que te estremece en un vértigo sometida. Mi boca en tu pubis navegando entre oscuras algas ralas, husmeando el aroma inconfundible de tu sexo. Mi mano en tu vulva arrastrándote cautiva al borde del abismo del orgasmo incontenible. Tu mano en mi vientre en tierna caricia rotando de ombligo a ingles y de vuelta las yemas de tus dedos rozando esa tierna piel del prepucio. Tus labios en mis labios besando, abarcando la totalidad de mi boca, tu lengua entrabada en la mía en una enredada cópula de caracoles desesperados. Tu dedo en mi príapo dibujando las espirales del goce que me estremece en un vértigo sometido. Tu boca en mi glande succionando sobre blanquinegras algas ralas, devorando la erección inevitable de mi sexo. Tu mano en mi verga arrastrándome cautivo al borde del abismo de la eyaculación incontenible. Afuera, desde la altura, las imaginarias luces de los barcos imaginarios, la negrura de un inexistente mar anochecido, el barrio del río indígena y las antiguas meretrices, las campanas tocando a rebato, las calles esperando la lluvia sin saber que era una argucia mentirosa de nuestros cuerpos que se buscaban en los entresijos irreales de sus íntimas soledades.


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