Mi boca en tu fuente sorbiendo
las densas aguas que destilan tus deseos, tus ansias, tus mudas fantasías, el
tibio rocío de tus noches desiertas escuchando el rumor del oleaje de tus
instintos enjaulados en tus poderosos recatos y en tus íntimas inquisiciones,
mar de fondo, oscuro, de negado horizonte, difusos reflejos extraviados de las luces
de barcos arrimados a un solitario puerto desvencijado, mis labios afanando en
los pétalos de la flor hambrienta que habita tu pubis. Mi rostro incrustado en
la rosada carnalidad de tus suspiros y desahogos, mi lengua lamiendo la húmeda
verticalidad que contiene el germen de tus quejidos, de tus estremecimientos,
de los retorcimientos y estertores del orgasmo que vendrá a romperte en pedazos
humeantes, en fragmentos sudorosos, en quebrados cristales saciados. Tú quieta
como una mantis al acecho, dejándote saborear en tu rincón cohibido, en la
trampa abierta al desespero, sin pudor ni contención, gozando la desesperación
a ojos cerrados, rendida, entregada, gimiente, esperando el destello, la
extrema unción del clímax de tu densidad sexual. Literaria mi lengua va relamiendo
el punto seguido de tu ombligo, tus paréntesis; tus ingles y ambos lados del
clítoris, el asterisco de tu sureña flor ceñida, la i de tu vulva. Mis ojos en
tanto persiguen la erótica visualidad encaramándose desde tu entrepiernas
subiendo por tu pubis tu vientre tu estomago cruzando hasta tu mentón y de ahí
a tu rostro impasible de esfinge encerrada, confundida, reprimida. Te voy
desarmando con largos lamidos de clítoris a periné, de ida y vuelta, una y otra
vez, tu espalda es un rígido y tenso arco curvado sobre el lecho, tu vientre
sobresale ofrecido, gimes estimulada por el paladeo incesante que te socava
abajo donde anida la escondida constancia del fuego aun vivo de tu sexo.
domingo, 12 de abril de 2015
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