sábado, 18 de abril de 2015

SUAVES RETORNOS CARNALES


Paralelas, suaves, desnudas, largas como el deseo que en ellas no se consuma, aun, mórbidas de ingle a puntita coronada del dedito mayor, de entrepiernas a talón, las rollizas convexidades de las rodillas, los diez rojos granates refulgiendo allá en el mullido piso, carnales anatomías bifurcadas. Entre el alegre verde claro que inicia ese tibio abismo de alturas, y el oscuro verde sobre el que se planta en sus desbordes de coquetas sensualidades, sobre una lúdica ciudad que no sabe de los deleites que la pisan. Esas piernas muy blancas casi albas, mórbidas, marmóreas, florecidas a la sombra como los pétalos lunares de las orquídeas nocturnas, tersas lisuras consteladas de breves soles quietos, palomas o flores sobre cielos o mullidas arenas entibiadas en reprimidos ardores de hembra atrapada en sus propios laberintos, vanidades dietéticas, soberbias de doña seductora dueña de ricas piernotas, muslos, canillas, empeines, rotulas, carne que te quiero carne, carne lamida, carne acariciada, roces buscando calientes mojaduras, vellos púbicos negados por recato, coquetería o crueldad, quizá por una turbadora seducción de delicada mantis carnívora  o etérea medusa ponzoñosa. De pie, de piernas juntas, encogidas o cruzadas, magras carnes desnudas, delicias caminantes, carnuítas, calentonas, columnas convergentes en la húmeda lujuria de su sexo intranquilo, clara piel sin pudores ni urgencias, cohechos en delirantes perspectivas, seducciones desinhibidas, soberbias trampas para obligar a olvidar exabruptos, furias y celos inconsistentes. Alguien observa excitado el majo espectáculo, muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido, y comienza a escribir inspirado en esa dual excitación: Paralelas, suaves, desnudas, largas como el deseo...


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