domingo, 19 de abril de 2015

IMPOSIBILIDAD DEL OLVIDO


Destila de ti el dulce vino del deseo, los mostos embriagantes de la otoñal vendimia de tu deliciosa madurez, los densos jugos dulzones de la jugosa fruta incrustada en tu pubis de ampulosa hembra feraz. Destellas en el esplendor marmóreo de tus nalgas, carnales lisuras en combas sensualidades, en la llena convexidad de tus pechos, en las provocadoras protuberancias de tus pezones, goce repetido en mullidas dunas imponentes. Me despiertas instintos que desconocía, me excitas, me desatas vergonzosas dualidades, me hundes en las calidas aguas del lúbrico pozo de las oscuras fantasías donde nadan incesantes los peces del pecado. Soliviantas el miembro mismo de tu macho, lo erectas con tus lúdicas calenturas, lo sobas aprietas masturbas en tu mano, en tu boca, en tu sexo, en tu estrecha florcita del sur, rozas las eróticas sensibilidades del escondido adolescente que me habita ensimismado en sus vicios solitarios y lo elevas a las copulares alturas de tu imagen, de tu abierta desnudez, de tu ardiente descaro, lo incitas a naufragar con los ojos bien abiertos en tus oceánicas curvaturas. Te quedas titilando en un fragmento de tu piel, en un pezón que deja mi boca sedienta de ti, en los vellos de tu vulva que detentan el aroma total de tu plena sexualidad, en tu boca sonriendo entre la amorosa aceptación y la lasciva complicidad, amaneces brillante en el oriente estremecido de tu cuerpo y te duermes placida en el poniente de mi íntimo horizonte. Tú cumples todos mis deseos, hasta aquellos que aun desconozco, perforas soberana los muros del oscuro laberinto del pervertido, así entonces, ¿como voy a olvidarte?


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