Destila de ti el dulce vino del
deseo, los mostos embriagantes de la otoñal vendimia de tu deliciosa madurez,
los densos jugos dulzones de la jugosa fruta incrustada en tu pubis de ampulosa
hembra feraz. Destellas en el esplendor marmóreo de tus nalgas, carnales
lisuras en combas sensualidades, en la llena convexidad de tus pechos, en las
provocadoras protuberancias de tus pezones, goce repetido en mullidas dunas imponentes.
Me despiertas instintos que desconocía, me excitas, me desatas vergonzosas
dualidades, me hundes en las calidas aguas del lúbrico pozo de las oscuras
fantasías donde nadan incesantes los peces del pecado. Soliviantas el miembro
mismo de tu macho, lo erectas con tus lúdicas calenturas, lo sobas aprietas
masturbas en tu mano, en tu boca, en tu sexo, en tu estrecha florcita del sur,
rozas las eróticas sensibilidades del escondido adolescente que me habita ensimismado
en sus vicios solitarios y lo elevas a las copulares alturas de tu imagen, de
tu abierta desnudez, de tu ardiente descaro, lo incitas a naufragar con los
ojos bien abiertos en tus oceánicas curvaturas. Te quedas titilando en un
fragmento de tu piel, en un pezón que deja mi boca sedienta de ti, en los vellos
de tu vulva que detentan el aroma total de tu plena sexualidad, en tu boca
sonriendo entre la amorosa aceptación y la lasciva complicidad, amaneces
brillante en el oriente estremecido de tu cuerpo y te duermes placida en el
poniente de mi íntimo horizonte. Tú cumples todos mis deseos, hasta aquellos
que aun desconozco, perforas soberana los muros del oscuro laberinto del
pervertido, así entonces, ¿como voy a olvidarte?
domingo, 19 de abril de 2015
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