sábado, 16 de abril de 2016

CON TU MANO SOBRE TU CORAZÓN


“Se prendió a la teta muy lindo suave bien suave, sabes como salía el pezón volando”. Susymabe

Tus rubias guedejas caen turbulentas y desordenadas sobre tus mórbidos hombros de tibio mármol carnal, tu mano sobre el corazón como en un juramento de lujurias prometidas y goces visuales para deleite y excitación del macho en pene erecto que te mira absorto de tu provocativa desnudez, y más abajo la comba tersa de tu pancita de hembra madura, mullida almohada donde reposar la cabeza oliendo tus íntimos aromas. La exuberancia de tu imponente tetamenta, ampulosa y exquisita, soberana en su tibia lisura que otras bocas recordarán para siempre, ese seno que tu mano sujeta para exponerlo con sensual desparpajo, y que culmina en esa amplia areola y ese protuberante pezón donde me sueño aferrado mamando con un pervertido bebé, tu pálida piel con su suavidad impura e inquietante, blanca palidez de magnolia, de duna iluminada por la luna, de tenue rosado piel de rosa monumental. Tu rostro entre serio y juguetón, tus ojos pícaros tras los cristales, la leve sonrisa en tus labios como sabiendo que el que te mire se excitará y te hará los honores de una durísima erección o una buena frotada sobre el pantalón o una deliciosa masturbación que culminará en densos chorros de caliente semen derramado por ti. Y me imagino inmerso en el rito salvaje de una chupandina voraz, como en la otra ceremonia excitante de verte matear. Y me quedo con el eco lascivo de tus palabras: “hasta que terminó volando, me enchastró las tetas por que yo le dije: échala acá que esta recaliente tu lechita”, y me sueño allí mismo repitiendo hasta el infinito esos mismos masturbatorios chijetes en tus pechos.


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