domingo, 3 de abril de 2016

GRANDEZAS DE TI


“¡Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describidla!”
Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla. Miguel de Cervantes Saavedra

Sobaría esos muslos imponentes hasta embadurnarlos de mis densos y pegajosos goces seminales, los ensalivaría poro por poro como un caracol copulatorio, a lo largo, desde la ingle al tobillo, a lo ancho entero en su circular contorno, a lo otro largo, desde el pliegue que separa nalga de pierna hasta donde se inicia el talón, los mordería como una monstruosa y pervertida bestia eyaculatoria, los lamería con la lenta perversidad de una babosa hirviente, los lengüetearía con lengua larga blanda empapada, los besaría como a una estatua de miel y vinos, los besuquearía goloso enviciado en el tenue sabor de tu piel que duerme sola desde hace años, esa piel virginal a sabiendas que es un desperdicio de los dones que posees en sensual grandeza, deslizaría las yemas de ocho dedos por esa superficie de infinitas manchitas lunares como un múltiple arado que ara la tierra donde sembraré los deseos de abrir esos muslos y ofrecer  a orales libertinajes la flor humedecida, restregaría mis mejillas por esas lisas curvas como una lánguida mascota corrompida, dejaría mi miembro cogido en tu entremuslos, urgente, erecto, sensibilizado, apretado por esas mórbidas columnas del portal del  templo de la cópula, relamería de arriba abajo y viceversa y en sus cercanías surcantes (vulva, hendidura intergluteal, ingles) esos muslos hasta dejar mi lengua atrapada en el vicio de lamer tu carnal corola de abiertos pétalos separados abarcándola bajo el murmullo del goce, y para rematar la apasionada depravación me quedaría absorbido por ese tibio espacio interglutesobreano.


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