“Es necesario que el narrador se
disuelva, se quite de en medio”
Sara Mesa, escritora finalista del
Premio Herralde 2012
Las negras bragas perfumadas por tus
íntimos líquidos, por esa densidad sexual e insabora que humedece labios lengua
glande verga, negro bordado que bordea incrustado en el ojal vertical de tu
sexo ansioso, difusa visión que crispa la mano masturbatoria. En lo obsceno es
cuando el espíritu se desnuda y se va al interior, a lo profundo, en medio de
la tarde abres tus piernas y me invitas seductora y lasciva a adentrarme en
ellas, en ti, en el halo de fuertes feromonas que me erectan endurecen
desesperan por tenerte al alcance de mis manos lengua labios verga. No la
alborotada melena de trigos maduros y suaves oros en guedejas sino la gruta
insinuada que un tejido —seda breve— esconde y bajo crespo vellón ensolerado mas
se oculta —la gruta donde la sirena esa —la coralina boca dragonaria— ¿quién la
pudiera escribir? (i), escribir describir desear lamer penetrar para
llevarte con los ojos cerrados, la boca entreabierta y las manos apretando las
sábanas de tu lecho hasta los luminosos abismos del orgasmo oyendo la melodía
excitante de tus grititos y quejidos, y sentir el sofoco y los estertores del
goce sublime y carnal que te inunda entera. El negro encaje que bordea tu
turbulenta fuente del placer fálico, red, malla, filigrana, telón de los
artificios de tu vulva, oscuro cortinaje que oculta el surco de los cuatro
labios verticales, el cauce vórtice vértice succionante que ha engullido duros
príapos y ha disfrutado mojadas lenguas lamedoras, contraste inquietante y
lascivo de la oscura suave tela y la rosada carne trémula. Calzoncito oloroso a
ti que me incita al ansioso onanismo que solo se rinde ante la chorreada
eyaculación.
(i) Polifemo contempla a Galatea. Haroldo
de Campos, 1999.
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