sábado, 9 de abril de 2016

RENDICION


Ya no insistiré en volver a ver tu íntimo reflejo en la intimidad de tu espejo, en desearte en carne viva y palpitante allí entre el cristal y el azogue, o en esperar esa cita imposible una tarde de otoño que reviviera antiguas penumbras de besos ansiosos, del “tuto” y de mi edípicas caricias en tus pechos inolvidables. No perseveraré en seguir soñando tus tibiezas y tus ternuras, tu femenina dulzura y la tenue delicadeza de tu presencia, me rendiré a la evidencia; no existes más que en mi eróticas ensoñaciones y en la memoria inevitable que esas pocas tardes. No volveré a buscar tu voz por los escondrijos del bosque, tu dulce voz de dama inaccesible, de ardiente pero tímida hembra que esconde pudorosa sus ilusorias lujurias y sus fantasías prohibidas. No recorreré una y otra vez tu camino sin salida, porque sé que lo que deseas en la puerta del sueño se te olvida o se borra o lo desechas con el primer frío albor de la madrugada, porque lo que arde en tu cuerpo en tu insomnio lo diluyes en las rutinas mañaneras, y ya hacia la tarde navegas en el mismo cauce vacío que te lleva a tu lecho sin mirarte en aquel espejo. Dejaré de vagar por el laberinto de tu voluntad buscando el lugar y la hora donde volver a poseerte, a encopar tus senos, succionar tus pezones, lamer tu sexo bajo el “tuto” y penetrarte con la devoción del macho que al fin recobra las sublimes sensaciones de recorrer los paraísos perdidos. Ya lo sabes, no insistiré en poseer tu íntimo reflejo en la íntima perspectiva de tu espejo, no hasta que te fugues de tu asfixiante realidad y vengas a mis brazos liberada del castigo de no ser tú misma.


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