La flor celosa,
en sus pétalos lleva,
rocío de labios.
Haiku III. Emilio Medina.
Te beso ahí donde tu sabes y te gusta, en
el borde subductor de la evasiva charnela, entre ingle y cauce, entre ralos
vellos olorosos a ti y el vórtice húmedo de tu flor abierta, lamo la juntura y
la orilla, oteo, huelo, saboreo, dejo que mi lengua se inserte en la humecta
hendidura como una rígida babosa curvada, besuqueo la empapada entrada,
chupeteo el capullo sensible, lo punzo y atrapo con mis labios feroces, te
deshago en suspiros y quejidos, mi boca atrapada abajo en tu otra boca, mi mano
frotando abajo el erguido túmulo de tu homenaje mientras me desmembro en quejas
y gemidos, bebo de ti los orgasmos retenidos por tus torpes recatos, aspiro las
esencias de tu sexo vertical de clítoris a periné y en cruz de labios a labios,
las respiro como un aire necesario y excitante, como un hálito de libido
surgente, como un aroma de algas dormidas, hozo el collado de tu pubis
hambriento de tus estremecimientos, de tus estertores desesperados cuando
chapoteas con los ojos cerrados en los goces orales, conspiro endemoniado,
fauno en celo, aprisionado feliz entre las tibias suavidades del interior de
tus muslos, dejo mi lengua atrapada en el vicio de lamer tu rosado gladiolo
carnal abarcándolo bajo el murmullo del goce, en tanto mi mano aferra y estruja,
sube y baja en rítmicos vaivenes la tensa consistencia de mi virilidad encendida,
hasta que me vierto denso líquido caliente, me derramo y te sigo besando en la
breve eternidad del momento ahí donde tu sabes...
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