viernes, 8 de abril de 2016

COBARDIAS


“Sólo habita el utópico deseo,
el fantasma de aquello que no ha sido...”
Liliana Varela.

No poseí el vaho de tu respiración en mi pecho, ni las caricias de tus manos en mi entero cuerpo buscando los goznes del deseo y los intersticios por donde se vuelan las inhibiciones, los temores y las dulces reticencias, no sentí el leve sonido de tu pudor floreciendo en las penumbras, el sabor del rubor en tus mejillas, el aroma de tu cuerpo estremecido y anhelante, la ondulada curva que va de tu cintura por tus caderas a tus muslos, la tibia línea que baja de entre tus pechos hasta tu pubis y más. No alcanzamos la noche en que nuestras manos profanaran con lento impudor las sinuosidades de las carnes palpitantes, que hurgaran los vestigios y las sombras por entre nuestros cuerpos desnudos, suaves combas y rígido mástil, abierta húmeda, duro erecto, borrados por el tráfago de la cópula que socavaría los últimos recatos. No fuiste dueña de mis besos por las comisuras de tu boca, de mi aliento quemando el terso surco entre tus senos, la sensación de mis labios embebidos en los tuyos, la nostalgia de mis dedos entretejiendo tus cabellos, el sopor de tu pasión consumada que permanece temblando laxa entre mis brazos. No vivimos esa hora sublime en la que saciados de sueños cumplidos, tiernamente machihembrados, anegados de besos y manos afanadas, íbamos a dejar de ser nosotros y desaparecer sumidos en el tiempo de los magnolios y las dalias. No fuimos una sola sombra allá bajo el farol de una calle solitaria, ni las siluetas difusas en un parque un atardecer de lluvia, no fuimos, simplemente nos vencieron nuestras malditas cobardías y no fuimos.


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