Para Casandra del Deseo
No te olvido, estás en la noche que se
inicia. En el sueño que viene con tu y yo de la mano corriendo por la grama. En
los besos que nos debemos de tantos años. En las tiernas caricias que nos
regala el Amar. En los ojos que se miran enamorados y en silencio. En los
recuerdos que florecen en los muros de la distancia. En la cercanía de dos
seres que se buscan en sus intimas soledades. En el fuego que arde bajo las
cenizas aun tibias del destino. No te olvido porque estoy en ti para siempre. Y
oigo tu voz inesperada, tu risa derramada en mis penumbras de silencio. Y te
amo y te deseo en los dorados resplandores de mi otoño de hojarasca y ateridos
nocturnos. Lo sabes y lo sientes. Eso quiero, que me sientas en tu piel, ahí
entre tus senos, en tu sexo, en todos los territorios de tus deseos. Me sientas
como amo y señor, dueño de ti, entera, desde la negra suavidad perfumada de tu
pelo hasta la total sinuosidad voluptuosa de la silueta reflejada de tu cuerpo.
Por tus pechos, mi vicio insaciable, se abrirán mis vacías manos buscándolos, las
soñaré a la noche en ellos encopados, abusados por los húmedos besos de mis
labios sedientos. Me aferraré a tus pezones rememorando cuando volaban a mis
ojos, mañaneras, tus palomas, y yo me iba encendiendo en su tibia blandura. No
te olvido, estás en la madrugada que se inicia. No te olvido porque estoy en ti
para siempre.
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