domingo, 17 de abril de 2016

ESCORZO DE MUJER SENTADA


“el escote inquietante como la tierna obscenidad de mi edipica obsesión”. Óleo de mujer re/posando. Mismo Autor.

Sentada lánguida y sexualmente perversa, casi semidesnuda en el fucsia que se declara poseedor del matiz de antiguas dalias edípicas, en tu piel morena a la sombra se vislumbra clarito el límite hasta donde asoleaste antes tus pechos y la dulce blandura de la comarca donde el sol no llegó, allí una dulce palidez detenta la tonalidad absoluta de tu cuerpo desnudo como lo sueño en todos los lechos de nuestras futuras reencarnaciones. Tus ojos escondidos detrás de los muy oscuros cristales mirando como te miro lascivo y excitado el marcado canalillo que florece en tu amplio escote veraniego, azorado por el vértigo de tal ostentación inconclusa. Sentada en un escorzo incitante, provocativo en la pose y en el serio descaro, como si nadie te mirará, pero deliciosamente al borde de una obscenidad premeditada, tu rostro impenetrable de esfinge misteriosa o serena estatua intocable, y el envidiado colgante circular con la cruz de otra pasión menos lúbrica quemando uno a uno los poros de tus pechos plenos. No la rosa humedecida ni el perfumado ensortijado, solo la actitud y la intención, el lánguido y coqueto reposo, la dalia que te cubre y te descubre, te viste como un capullo apegada a tus formas y curvas y blandas sinuosidades, cuerpo sacro ardiente abierto nocturno, en perspectiva delirante, en sublime escorzo para exponer la cárcava palpitante del escote, la cóncava visión recortada negada prohibida, los ocultos pezones oscuros y protuberantes, la tersa morbidez que mi boca labios manos dedos sueñan y añoran, la esponjosa combadura donde se hunden los instintos de la primera tentación y del primer pecado.


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