lunes, 11 de abril de 2016

ESPASMO MUSCULAR


De la ingle al aductor suavecito, como caricia leve o masaje sanador, con la yema de los dedos deslizándose lentas por la carne trémula, dejando un hilo de tibieza concentrada, de inquietantes estímulos sobre la piel sensibilizada, en los pliegues de tu carne deseada, en la cercanía de tu sexo oloroso a provocación, incitación, invitación o entrega. Lo sugerido y lo imaginado, tu sabor ahí incrustado, mi lengua lamiendo la cisura entre tu muslo y tu pubis, el fuego y el intento, ahí en la ingle huelo el aroma de hembra atrevida que se esparce como un vaho excitante, libidinoso, como un aire que sofoca y atrapa en su voracidad sexual. Y entonces como un traicionero depredador que ya tiene a su presa en sus garras, dejo mi lengua atrapada en el vicio de lamer tu rosa hendiéndola bajo el murmullo del goce, mi lengua atrapada en el vicio de lamer tu delicado dulce rosado molusco abarcándolo bajo el murmullo del goce, mi lengua atrapada en el vicio de lamer tu carnal corola de abiertos pétalos separados abarcándola bajo el murmullo del goce, mi lengua atrapada en el vicio de lamer tu lanceolada corola carnal abarcándola bajo el murmullo del goce, mi lengua atrapada en el vicio de lamer tu rosado gladiolo carnal abarcándolo bajo el murmullo del goce, mi lengua de pervertido sátiro escurriendo húmeda y caliente de la ingle al aductor, lenta y perturbadora, como un caracol depravado en una cópula surcante. Y me quedo ahí en ti en medio de la noche que se viene fría, soñando tus tibiezas acurrucadito para darle celos al maldito pichitin del quincho.


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