Para LHSA
“Hay mucho por
decir, empiezo diciéndote que me haces falta, que me gustaron tus poemas porno,
que me gusto hacer en amor virtual contigo”. Ella en sus palabras.
Te observo lascivo,
obsceno, lujurioso, lobo en celo, sátiro de erguido falo, fauno pervertido, te
observo tendida en tu lecho como una sirena de mórbidos muslos, de amplios
senos, de tersa piel que invoca los imaginarios coitos de salvajes animales desesperados
en las hirvientes selvas de las eyaculadas masturbaciones, te contemplo tú ahí
sonriendo pícara y coqueta en el negro vestido que induce a pecar, a imaginar, a
desgarrarlo y desnudarte ahí mismo y enhebrarte lento y profundo, duro y
punzante, te espío entera con depravado detalle, buscando más y más en tu poca
desnudez fragmental, oliendo, saboreando, buscando en el triángulo de tu pubis
el blando moldeado de tu vulva, su surco genital, sus labios pétalos, el breve
capullo de tu clítoris, y mi mano inicia inevitable el lechosos rito del macho
solo. Pero no encuentro su huella, sino solo el corazón afuera, expuesto y
esperando. Aun así, toda distancia será derrumbada por las intimidades
compartidas en los páramos virtuales, ya no serás intocable ni impenetrable, nos
sumergiremos en el pasto anegados de ávidos
deseos y de desatadas lujurias, entre estremecimientos y palpitaciones nos
buscarán nuestras manos en nuestros cuerpos, y dejarán en ellos los tatuajes
del sexo que nos debemos. Todo pudor será castigado con alegres desparpajos, todo
recato se disgregará en perdidos susurros, toda lascivia brotará subterránea y
se esparcirá por las grietas de la misma tierra que nos acoge. Entonces te ungiré
objeto del deseo, deseada materia sexual, carne que te quiero carne, diosa esencial
del goce sublime, efímera flor de la lujuria, esfinge pasajera transitoria temporal,
poseedora del suspiro y del gemido, del destello de la cópula y del relámpago
fugaz del onanismo consumado ante tus veneradas imágenes obscenas.
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