(Me sentía súper
olvidada, reemplazada, postergada...) GV.
Te escudas en los años
que hacen en ti la dulce vendimia del deseo, dejas suceder las noches soñando
los erotismos que no te atreves a vivir en los días de tu estío, huyes de ti
misma como una ninfa virginal que sabe que el pervertido sátiro que la espera
la seguirá esperando con su miembro erecto y sus manos abiertas, niegas la
intensidad de toda lujuria que brota de los escombros y las ruinas, ardes sin
llamas en la intimidad de tu lecho desierto, aunque las brasas de tus ansias de
ser poseída hasta el orgasmo fulguran inevitables en la sombras del insomnio, se
elevan tus pezones con el roce de las sábanas como si fueran asediados por los
labios machos del fauno que te acecha en los espejo y en las lúbricas tardes
del verano, contienes la obscena insistencias de tus manos que quieren hurgar
en la húmeda flor de tu vulva buscando los goces que tu mente anhela, cruzas
tus muslos, los aprietas y los restriegas haciéndote la dormida para no asumir
el delicioso pecado del placer solitario, te escondes en los laberintos
cotidianos para hacer como que olvidas el deseo vivo y urgente que sigue
palpitando en tus entrañas, te miras desnuda con disimulada lascivia en el
azogue sabiendo ahí están mis ojos de erecto macho en celo y eso te excita
porque te sabes aun deseada hasta la masturbación en descampado, te amparas, enjaulada,
en fotografías de bucólicos paisajes de un río y un puente, pero no te atreves
a cruzarlo porque temes que se abran tus alas y vueles hacia esos antiguos
atardeceres donde tu cuerpo encontraba el sosiego en una intensa saciedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario