miércoles, 21 de septiembre de 2016

SOLO TU MUSLO


Para CR

Todo el horizonte, los extramuros del día, la premonición del nocturno, el calor incipiente de la tarde, estaban cubiertos por tus muslos, abarcados por esa cegadora luminiscencia de una remota sexualidad destapada, fue como si el entero Universo vigente estuviera acontecido de tu carnalidad suculenta, de esa intensidad lujuriosa que surge a borbotones por los poros de tu piel desnuda. La sábana que oculta y niega tu vulva en su olorosa y húmeda espesura florecía en el rincón de tu entrepiernas y subía invisible a la mullida duna de tu pubis, los astros lunares destellaban carnales y tímidos en ese espacio de tersa suavidad donde días sin lluvia mi saliva hizo gorgoritos y mi lengua vago como un caracol destinado en busca de los sabrosos pétalos de tu sexo embebido de los íntimos jugos del deseo, allí, en esa mórbida palidez las manchitas configuraban extrañas constelaciones: La Rosa Hambrienta, La Cruel Beata o La Pudorosa Egoísta, y cada una guiaba a mis extraviados ojos hacía los acantilados del desasosiego o a las ardientes arenas de las islas masturbatorias donde eres reina poseedora del misterio de toda tu exhibida piel posible. Y fue entre los intersticios de la sublime visión que busqué la sinuosidad y la curva, la blandura excitante de una suave comba, el calor de la carne palpitante, su sabor a provocativa sal excitada y su vaho marino de violenta marejada. Toda la perspectiva contenía la voluptuosa insistencia de tu muslo, su libidinoso cautiverio implícito y su obscena tenaza premonitoria de goces perdidos, y yo la veía en medio de una deliciosa calentura refulgiendo como una lánguida brasa en la alta hoguera de tu castillo.


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