sábado, 10 de septiembre de 2016

TRAVESIA BAJO EL VERDE MANZANA


Quizás sientas en tu piel lo que te estaré escribiendo, describiendo las delicias carnales que no niega el verde manzana, esos senos asomados con coqueto, incitante y sexual desparpajo, esas pálidas y virginales medias lunas de las lunas llenas de tus mórbidos pechos que se asoman para erecto goce de estos ojos machos que te observan paladeando esa descarada media desnudez. Blanca la tumbona, colorado el cojín y rojas la uñas, dorado carnal y pálido virginal la hembra impura que se exhibe apetitosa y deseable, verde manzana la dulce fruta madura que yace para su mayor gloria y mi mayor pecado, ella soberbia en su lujuriosa pose de ninfa en descanso, muy oscuras las gafas que otra vez esconden los vívidos ojos de la musa deseada para no embrujar los ávidos sátiros que la rondan con sus manifiestas erecciones a punto de eyacular en los desenfrenados territorios de la insaciable masturbación. Quizá sientas que subo como un pervertido insecto con su virilidad erguida y punzante por la breve uña roja de tu pie, lamiendo el empeine, besando la pantorrilla, ensalivando la carnalidad suculenta de tu muslo excitante, hasta engolosinarme en ese oscuro triángulo verde manzana que late ahí humedecido, caliente y en sombra en tu entrepiernas, agazapado, cobijado en el más genital rincón de tu cuerpo, lo huelo, lo palpo, empapo de quemante saliva ese preciso fragmento verde manzana con mi lengua voraz, lo hurgo con mi nariz profanando tu sagrada feminidad, y me introduzco sigiloso bajo el verde manzana, repto mojado, endurecido y adhesivo como un caracol nupcial, surco el ansioso molusco de tu vulva que late ansioso al sentirme invadiendo ese íntimo escondrijo, subo por la inquietante blandura de tu pubis, por tu vientre de mujer desatada, cruzo el breve cuenco de tu ombligo y sigo ascendiendo siempre bajo el verde manzana hasta hundirme feliz y extasiado en tu hermosa, mullida, voluptuosa y grandísima tetamenta (i) bajo ese intocable color verde manzana y antes de salir a la luz exuberante de tu escote.

(i) Tetamenta.- En lugar de decir, como los amantes de la galiparla, “senos”, digamos, como García Márquez, tetamenta, neologismo expresivo y gracioso que consta en la página 269 de El Amor en los Tiempos del Cólera, y también en la página 39 de  Diatriba de Amor contra un Hombre Sentado. Fidel Castro recusó este neologismo garcimaquezano porque no figura en el Diccionario de la Real Academia Española. Efectivamente, no figura, pero debiera. Es miembro de la misma familia a la que pertenecen astamenta, cornamenta, faldamenta, impedimenta, osamenta, palamenta, tormenta y vestimenta. "Fidel, Gabo y Castilla", Marco Aurelio Denegri, El Comercio, Perú, 19 mayo 2014.


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