Es en la intensidad
sugerente del negro vestido donde contrasta la clara sensualidad de tu piel
desnuda, es en ese oscuro escote por donde ya asoman las mullidas e
inquietantes lunas de tus pechos, es en tus piernas cruzadas que abren íntimos
apetitos, es en los mórbidos fragmentos de tus pálidos muslos, es en tus
hombros y brazos con toda desnudez expuestos, es en tu coqueta pose de musa
incitante que invoca los instintos florecidos y los deseos escondidos, es en
esta ardiente inspiración que me obliga a escribirte extasiado estos lúbricos
asedios buscando tu perfume por esta mañana inaugural. Y ya no falta la lluvia
con sus nostalgias ni el grato humo del cigarrillo que se eleva lento como
suspiros ni el café que arde en los labios como un beso porque ya nada ni nadie
falta para que mis ojos te observen lascivos y obscenos desde esta imposible
distancia sin caer en el pecado de omisión del osito de peluche que de bruces
se niega a mirarte con sexual desparpajo para no caer en el hechizo de tu
intensa cercanía. Voy por debajo del negro subiendo entre el fuego y el deseo para
acariciar a mano limpia la tersa suavidad de tus muslos, ahí mismo en su virginal
tersura, en su erótica consistencia carnal, en su sexualidad persistente que
estremece los huesos y desata instintivas, lascivas y las urgentes lujurias. Voy
bajando como un lento caracol por esos finos breteles para llegar a amasar la
mullida blandura de tus senos, y gozar de su voluptuosa amplitud y de su tierna
sensualidad. Voy a hundirme en tu escote por el abismo del canalillo para
ahogarme feliz entre las tibiezas de tus palomas dormidas. Voy por tus ojos
para acercarme sigiloso al intenso y oscuro rojo de tu boca y atrapar los besos
que se echan a volar en tu leve sonrisa. Voy a todos los voluptuosos detalles
de tu imagen pero siempre vuelvo excitado a tus piernas cruzadas, para a hurgar
entre ellas buscando la húmeda flor de tu sexo.
martes, 20 de septiembre de 2016
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